Este blog forma parte del proyecto narrativo Cuéntalo Todo, bajo la dirección del maestro Sandro Cohen dentro de la materia Redacción Universitaria del Departamento de Humanidades, División de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco.

domingo, 21 de octubre de 2012

Uno de esos días


  Ayer fue uno de esos días que dan ganas de contarlo. Me desperté con el llanto de Emmanuel. Eran las seis de la mañana. Me levanté, me puse mis pantuflas y me dirigí al cuarto del bebé. Le sujeté su cabecita, deslicé suavemente una mano por detrás de su cuello y con la otra le sujeté su espaldita. Lo arrulle durante diez minutos, se durmió de nuevo y lo acosté en la cama. Aproveché para cambiarle su pañal, cosa que no me gusta hacer. Le  puse almohadas a su alrededor para que no se callera, pues ya tiene nueve meses y se mueve mucho.

  Me lavé las manos y le preparé su leche. Me asomé a mí recamara para ver si se había despertado, pero aún dormía como un angelito. Fui a despertar a mi mamá para que cuidara de él mientras me bañaba. Salí de bañarme y el gordito, como yo le digo, ya estaba tomando su leche. 

  Después de que terminó de tomar su leche, hice que repitiera para que no la devolviera. Lo senté en la cama para que jugara un rato con su pelota y sus muñequitos. Acabe de arreglarme y le busqué su ropita. Ya eran las nueve de la mañana.

  Mi hermana, Diana, me llamó por teléfono y me dijo que nos estaban esperando en la casa de mi abuela, pues habíamos planeado ir a La Feria de Chapultepec. Nos subimos rápidamente al carro. Llegamos y ya estaba toda la familia: mis tíos, mis primos, mis sobrinos, mis cuñados y mis hermanas. Mi otra hermana, Griselda, corrió a abrazar a su bebé Emmanuel. Se notó que lo extrañó mucho.

  Llegamos a La Feria  y todos parecíamos niños chiquitos. Yo me subí a todos los juegos con mi hermana Diana. Con ella no le tengo miedo a nada. Suena infantil, pero es la verdad. Quería ver la hora y busqué mi celular. No lo traía, lo había dejado en mi casa. Solo esperaba una llamada: la de Daniel.  Lo importante es que eso no fue impedimento para que siguiera divirtiéndome. 

  Llegue a mi casa y me dormí. Hoy en la mañana, vi mi celular: ¡Tenía seis llamadas pérdidas! Sentía que mi corazón se salía. Esperaba que fuera Daniel, pues tenía muchas ganas de oír su voz. Ojalá vuela a llamar.

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